lunes, 4 de julio de 2011

ORQUÍDEAS SILVESTRES

Cuando pienso en orquídeas, lo primero que se me viene a la cabeza es una delicada flor que crece en un árbol en medio de la jungla de la Amazonía o de cualquier otra selva tropical del planeta, pero también abundan en zonas templadas y las podemos encontrar sin gran esfuerzo en cualquier prado de nuestro Principado durante buena parte de la primavera.


El nombre de la planta deriva del griego "orchis" (testículos), y se debe al parecido de su rizoma (enterrado bajo tierra y que se mantiene vivo varios años) con los genitales masculinos.


Además, en la mitología griega, hubo un tal Orchis, hijo de una ninfa y un sátiro, que durante unas fiestas en honor al dios Dioniosios (el Baco de los romanos) pilló una tremenda borrachera y violó a una sacerdotisa. Por mediación divina fue devorado por las fieras, mas sus padres suplicaron a los dioses, que le devolvieron la vida a cambio proporcionara satisfacción a los hombres (revivió convertido en una orquídea). Los griegos creían que comer orquídeas les servía para obtener el vigor de Orchis.

Sea por el parecido de su semilla a los testículos, por ser la reencarnación del famoso Orchis, o simplemente por la ignorancia del ser humano, desde la antigüedad los tubérculos de las orquídeas son recogidos para su consumo por sus supuestos poderes afrodisiacos. Así, la bebida nacional de Turquía es el salep (que significa testículos de zorro, aludiendo nuevamente a su peculiar forma), y es elaborado con la pulpa del bulbo de ciertas especies de orquídeas. A esta bebida se le atribuyen también propiedades afrodisiacas, y su consumo supone una fuerte presión sobre la población de orquídeas silvestres de Asia Menor y el Próximo Oriente. Bien, no conviene correr mucho la voz, porque veo a más de uno destripando terrones para recolectar bulbos.


Pero lo más sobresaliente de las orquídeas no se debe a la peculiar forma de sus rizomas, sino a las propias flores, con extrañas y llamativas formas que no tienen otra función que la de atraer a los insectos y favorecer la polinización. Charles Darwin escribió "La fecundación de las orquídeas" en 1862, obra en la que describe los diferentes modos en que son polinizadas distintas especies de orquídeas. La observación de las interacciones entre la planta y sus insectos polinizadores fue clave para la famosa teoría de la evolución de las especies.
Las fotografías que ilustran esta entrada son de varios ejemplares de Orchis mascula o Satirión manchado y fueron tomadas a principios del mes de mayo en una zona próxima a los pueblos de Lomes y Tarallé (Pola de Allande), las dos primeras en un prado que recibe el nombre de Curuxeo, al igual que el bosque que lo rodea.