jueves, 4 de octubre de 2012

EL CORRALÍN VUELVE A ESTAR HABITADO

   La aldea de El Corralín, un pequeño enclave degañés entre el pueblo de La Viliella (concejo de Cangas del Narcea) y El Bao (Ibias), se ha convertido en los últimos años, por varios motivos, en uno de los lugares  más enigmáticos y, diría que, míticos, de la Cordillera Cantábrica.
   Hasta este remoto paraje llegaron los romanos hace unos dos mil años y, sin previa declaración de impacto ambiental, extrajeron todo el oro que pudieron, para mayor gloria del Imperio. De sus andanzas por estos lares quedan palpables vestigios en el relieve, que ya describió Octavio Bellmunt y Traver de la siguiente manera:  "sitio de grandes trabajos mineros, al parecer de la época romana. Allí se cortó una gran sierra por su centro y se notan señales y restos de grandes presas, que viene desde muy lejos, y mueren en las labores indicadas. Quedan además horno profundizado en las duras peñas, grandes cañerías, algunos empedrados y otras señales de aquellas lejanas obras".

 




Tres vistas del impresionante corte en la ladera

    En el lejano 1969 El Corralín paso a engrosar la creciente lista de pueblos abandonados de Asturias; la interrupción definitiva de la construcción de la frustrada carretera Larón-Cecos (quedan restos evidentes de la misma en el tramo de La Viliella al Puente de la Baxancada) y las duras condiciones orográficas del lugar (se trata de una ladera con una pronunciada pendiente) hicieron que los pocos vecinos que quedaban decidieran que lo mejor era hacer las maletas e irse del lugar, para asentarse, mayoritariamente, en los pueblos del contorno: el Bao, Sisterna, La Viliella, ... Después, un incendio acabó con los inmuebles que permanecían en pie.
Vista de las ruinas de una de las viviendas
Paredes de otro de los inmuebles de El Corralín
    El pueblo se encuentra dentro de la Reserva Integral de Muniellos, por lo que el acceso está restringido. Pudimos acceder a él acompañados por uno de aquellos que se vieron obligados a abandonarlo en el año 69 (cuando no era más que un niño) y comprobamos cómo, en los últimos años, se están esforzando por recuperar parte del "esplendor" perdido: se rehizo la capilla, se recuperan pasarelas y puentes de madera, se levantan paredes,...

Puente sobre el río Ibias
Restos de la chimenea de una vivienda en el Barrio de Arriba
Pasarelas sobre sendos riachuelos
        Al Corralín se puede acceder desde el área recreativa del Pousadoiro (otro topónimo que nos habla de antiguas explotaciones auríferas), a la que se llega por un cómodo y ancho camino desde  el Bao o Sisterna, o por otro que nos llevará a La Viliella o Larón, una vez cruzado el citado Puente de la Baxancada, atravesando antes un espléndido bosque de robles. Existe otro camino, el que comunica el Corralín con La Viliella y Larón por la orilla derecha del río Ibias y que se conserva merced al trabajo y denodado esfuerzo de unos pocos lugareños.

Bosque de roble albar
     Estos esfuerzos por recuperar parte de lo que un puñado de paisanos, hace más de cuarenta años, dejaron atrás (durísima decisión, tomada a buen seguro que a regañadientes y con gran pesar)  tienen un claro reflejo en la reconstrucción de la pequeña capilla y en la recuperación de la fiesta en honor de San Miguel, que cada mes de Septiembre congrega un considerable número de personas en un lugar sencillamente espectacular, rodeado de alguno de los mejores bosques de Asturias y a la orilla del Río Ibias.

Tejado de pizarra de la capilla rodeado de árboles
Río Ibias

Río Ibias desde el Puente de El Corralín




   En los últimos años una sorprendente noticia ha revolucionado este rincón del Suroccidente asturiano y se ha extendido como la pólvora por la blogósfera: una enigmática francesa llegó hace escasamente un par de años al Corralín y se quedó a vivir en tan inhóspito, a la par que bello, lugar.  Con perseverancia y la ayuda desinteresada de manos amigas, ha reconstruido una modesta vivienda y se ha convertido en la misteriosa Dama de El Corralín.

Entrada a la morada de la Dama de El Corralín


   El niño que dejó el Corralín y todavía hoy añora su cada vez más lejana infancia en esta perdida aldea, conquistada por una afable extranjera, resultó ser un magnífico cicerone; gran conocedor de la fauna, nos mostró rastros y señales dejadas por jabalíes, lobos, y por el gran oso pardo: ramas de cerezos rotas, tallos de fresnos y robles con desgarradores arañazos y zarpazos, grandes deposiciones con grueñas de cerezas, etc. No en vano, es éste el hábitat idóneo para el más grande de nuestros mamíferos, uno de cuyos ejemplares, de nombre Lara, alcanzó cierta notoriedad hace algunos meses al ser rescatada, curada de sus heridas y finalmente reintegrada a estos extraordinarios bosques, por dónde esperamos que siga campando durante muchos años. Esta zona de la Cordillera Cantábrica, que comprende Muniellos (y, dentro de éste, El Corralín), La Viliella, Larón, Fondos de Vega, todo el Valle del Degaña y el Alto Narcea, es muy probablemente el lugar de la Península Ibérica con mayor densidad de población osera.

Fresno con varias caricias de algún tierno osito

Cagadilla osuna con tropezones de cereza

   P. D.- No quisiera despedirme de El Corralín sin recordar que en nuestra época también existen imperialistas bajo el bonito nombre de alguna empresa con bandera de conveniencia (suelen escoger países escandinavos, o bien otros con buena prensa, como Canadá o Australia) que pretenden extraer oro en la costa asturiana, con métodos que suponen un riesgo inasumible para nuestro Paraíso Natural y para el Medio Ambiente.

   Desde este modestísimo púlpito, quiero mostrar todo mi apoyo a las plataformas y vecinos que luchan contra esos gigantescos molinos de viento que son las multinacionales, los "políticos" que dicen representarnos y esa "prensa" local que, como los dos anteriores, manipula, deforma y miente descaradamente. Por eso, grito bien alto: "ORO NOOOO".